Reflexiones cotidianas

Reflexiones I

¿Por qué hay personas que insisten en colocarte un cartelito, una etiqueta, un distintivo, en lugar de preocuparse por conocerte mejor? Antes de cumplir los treinta, intentaba con ahínco demostrar a esa gente que estaban equivocados, que la persona que yo era en realidad no se parecía lo más mínimo al conjunto de máscaras que mostraba a lo largo del día. Ahora que ya paso de los cuarenta, ya ni siquiera aspiro a que me entiendan. Es que ni me preocupa. Pero me sigue resultando sorprendente aún a día de hoy, que un compañero me hable con desdén sin motivo aparente, o que otro conocido me trate como si fuera tonta porque él considera que lo soy. Me sorprende sobre todo, porque esos comportamientos son innecesarios.

Hace unos años, cuando me ganaba la vida con aquello que estudié, tuve un jefe del que aprendí mucho. Una de las situaciones que más recuerdo, es cuando andábamos un día de ruta por los alrededores de la capital y acabábamos de salir de visitar a un cliente. Mi jefe era un hombre simpático. Hablaba hasta por los codos, hasta la saciedad, hasta que agotaba al mejor de los interlocutores. Gran contador de divertidas anécdotas, amenizaba todas y cada una de las reuniones, ya fueran profesionales o de índole más amistosa. Aquella tarde recuerdo que el maldito cliente era un estirado que odiaba todo ser que respirara a menos de dos metros de él. Y es por eso que en aquella visita desplegó todo su desprecio hacia el bendito de mi jefe, que apareció como un pelele en aquella reunión de equipo con otras cuatro personas más. Se dedicó a intentar ridiculizarlo y casi lo consiguió. Al salir de allí le pregunté el porqué se había dejado avasallar de esa forma y lo que me respondió aún hoy retumba en mi cabeza como si estuviera ahora mismo junto a mi oído:

"Querida Bea, esto es solamente el principio. Le he dejado vencer. Cuando el enemigo cree que eres idiota, se relaja y muestra todas sus debilidades. ¿Qué más da lo que piense de mí? Yo sé cómo soy y quién soy. No tengo la necesidad de demostrarle todo lo que sé... Lo sabrá a su debido tiempo, cuando ya no tenga defensa posible y entonces ganaremos el combate por K.O.".

Ni qué decir tiene que es un hombre sabio y que tenía unos conocimientos en su campo que más de uno quisiera para si. A raíz de eso caí en la cuenta: qué más da lo que la gente piense de ti. Si realmente les interesas, harán todo lo posible por conocerte y si no, entonces no merecen la pena. Pero sea como sea, mejor parecer idiota, a serlo simplemente.

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