domingo, 6 de noviembre de 2016

El último paseo

Aquella tarde soplaba una ventolina húmeda, mientras sus cuerpos semidesnudos retozaban sobre la arena mullida y desgranaban risas cómplices. Ella quedó tendida boca arriba, con su discreto bañador negro algo descolocado, atenta a los graznidos de las gaviotas y a las figuras esponjosas que viajaban a través del cielo azul turquesa. Él la observaba complacido, intentando recuperar el poco hálito que le quedaba tras el encuentro. Se incorporó entonces con cierta dificultad, agarró su brazo tembloroso y tiró de él con dulzura: “¿Me acompañas?” susurró, y ella asintió con una amplia sonrisa. Recogieron sus sombreros de paja y ataviados con los respectivos bastones, estrecharon sus manos octogenarias y caminaron juntos por la orilla. Aquella tarde soplaba una ventolina húmeda, cuando se adentraron en el vasto océano hasta que los sombreros quedaron flotando.

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